lunes, 27 de febrero de 2012


Nuestros amigos, los hijos, las parejas, nos dicen: ¡Fluye! ¡La vida es corta!

¡Y qué más quisiéramos! Sin embargo, no se nos da. ¿Por qué? Porque hay demasiadas obstrucciones que lo impiden. Sin embargo, cuando nos arraigamos en el lugar que nos corresponde, tocar la pertenencia a nuestro sistema nos hace sentir cuidados y seguros íntimamente. Es la gran corriente de la vida lo que nos da fuerza, estar arraigados, confiados y seguros en ella. Así, cualquier cosa que ocurre se vuelve soportable.


El sentido de la vida es la vida misma.

Sólo cuando no nos enfrentamos a ella tal cual es, la vivimos como si no tuviera sentido.  Por lo tanto, el sentido de la vida en gran medida depende de aquello que cada individuo hace con lo que le es dado.
Una vida plena es una forma de vivir en la que me siento en sintonía con la realidad tal cual es. Es decir, cuando yo me siento en sintonía.

1.  primero, con mis padres, tal como son.
2.  con la cultura en la que vivo, tal como es
3.  con mi destino, tal cual es
4.  y también con mis limitaciones tal como son y con las posibilidades que tengo de expandirme.

Desde esa plataforma, podemos entonces desarrollar el desarrollo.

Desde esa sintonía, puedo entonces desplegarme.