viernes, 18 de noviembre de 2011

Sentimientos y emociones ¿por qué importa la diferencia?





Inversión por participar: $ 300.00
Inversión por constelar: $ 1000.00, con dos participantes



 




SENTIMIENTOS PRIMARIOS Y PLENITUD EN EL MOVIMIENTO AMOROSO INTERNO
URSULA FRANKE

Extraído del libro “En el ojo de mi mente. Constelaciones Familiares en asesoría y terapia individual”. Carl-Auer Systeme Verlag. (2003) Traducción: Fernando González.



Un punto central de la terapia es apoyar los sentimientos primarios del cliente. Estos se contemplan como sentimientos genuinos conectados a un movimiento de resolución. Se los puede identificar por las siguientes características: dan fuerza, expresan un movimiento amoroso completo y están en concordancia con la situación. Pueden expresar afecto o un profundo amor, lo mismo que pueden expresar ira en respuesta a una situación de injusticia o de miedo ante una amenaza. Un sentimiento primario sigue una secuencia predecible que empieza con su primera manifestación, va incrementándose en una fase de desarrollo creciente y luego decrece hasta extinguirse. Los sentimientos primarios se experimentan con los ojos abiertos sin perder contacto con el mundo exterior. Esto es algo que no es posible con los sentimientos secundarios. En terapia son sentimientos que resuenan en el terapeuta y permiten acompañar al cliente en su proceso con comprensión, paciencia y empatía.
Cuando nace un niño, las expresiones y comunicación del bebé comprenden lo que podemos llamar un movimiento amoroso completo; entendemos que este movimiento surge de una necesidad de pertenencia. Como respuesta al eco de un arcaico instinto mamífero de necesidad de pertenencia al grupo, que nos da protección y seguridad y nos provee de lo que necesitamos para sobrevivir. Si somos excluidos o nos apartamos mucho, los depredadores nos devorarán.
Según describe Ivan Boszormenyi-Nagy, es posible promover que los otros nos den algo, dándoles primero algo de nosotros mismos. Si los padres están disponibles para sus hijos y no están dominados por sus propias necesidades, los niños se sienten a salvo y seguros. Sus necesidades físicas y emocionales son atendidas y se sienten satisfechos. Los niños aprenden todo lo que es esencial para la vida dentro del seno familiar, en especial las diferencias entre lo bueno y lo malo, es decir, lo que se tiene que hacer y lo que puede ser tolerado para pertenecer a esa familia.
Aquellos que son capaces de sentir sus sentimientos primarios y viven en un movimiento amoroso completo, por lo general, no vienen a terapia. Son capaces de buscar el contacto y comunicarse con otros, generando así relaciones satisfactorias. A la terapia por regla general llegan personas cuya apertura fue negada debido a su historia y experiencias. Sufren de limitaciones propias que no puede traspasar por sí mismos utilizando los medios corrientes a su disposición. Tomamos, como hipótesis de trabajo, que los problemas o los síntomas no deseados que presentan los clientes no son el resultado de los sentimientos primarios, más bien, tienen que ver con sentimientos secundarios o adquiridos de otros.

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