lunes, 12 de diciembre de 2011

Renovando el amor en casa







Durante el mes de enero y febrero la terapeuta Edlín Ortiz Graham facilitará un Taller de Constelaciones Familiares alrededor de este tema. Te invitamos a participar. Reserva tu lugar en nuestros teléfonos: (55) 5211-9051 y 5211-3346. 





Índice temático

I. La vinculación
II  El equilibrio entre el dar y el tomar
III. Volviéndonos lo que somos en el sistema familiar
IV. Los desórdenes y sus consecuencias
V. El derecho a pertenecer
VI.“Mejor yo que tú”
VII. Culpa e inocencia
VIII. En sintonía con el fluir de la vida






Bert Hellinger











El Amor y el Éxito

Bert Hellinger

El amor y el éxito se pertenecen, se corresponden. Una dimensión estrecha de amor lleva a una igualmente estrecha de éxito. El éxito es lo que deriva del amor, de su desarrollo. El amor comienza entre un hombre y una mujer, como amor estrecho y primero debe permanecer estrecho para lograr su profundidad y el sentido íntimo. Luego se agrega un tercero, un nuevo ser y se extiende más allá tantas veces como hijos. La familia tiene límites y éstos deben ser honrados. Los límites dan seguridad y pertenencia para toda la vida. Los integrantes de la familia se unen por una fuerza especial que es la conciencia. La conciencia sirve a la familia como una fuerza vinculante. La conciencia establece un límite alrededor de la familia.

Se puede ver cómo opera esto si imaginamos llegando a otra familia y actuando al llegar como si fuera nuestra familia, sabemos que de inmediato seríamos expulsados. El comportamiento que se deriva de la conciencia familiar propia sólo es adecuado en los límites de la propia familia. A través de la conciencia somos delimitados en nuestro amor y en nuestro comportamiento. Ni siquiera la conciencia que nos vincula a hacia cada uno de los miembros de la familia nuclear es igual, podríamos ver los contenidos de cada una de estas conciencias viendo las diferencias del comportamiento que tenemos frente a mamá y frente a papá, y así, con cada uno de nuestros hermanos. A través de la conciencia vemos cómo es el comportamiento que tenemos que tener para pertenecer. El comportamiento cambia en los diferentes vínculos. En los lugares de trabajo son otras las conciencias con las que nos movemos, en el deportivo otra, en la cantina otra, en la iglesia otra.

Si no pudiéramos atravesar los límites de la propia familia el amor permanecería estrecho. Y estos límites se atraviesan al amar a una pareja. ¿Acaso la pareja está constituida sólo por dos en realidad?  Si ellos sólo se miraran entre ellos la pareja no duraría mucho. Tienen que ampliar los límites más allá de ambos. El hombre dice: yo te amo tal como eres, así como eres te amo. La mujer dice: yo te amo tal como eres, así como eres te amo. Pero esto no es suficiente. El hombre aún tiene que decir: Amo a tu madre tal cual es y a tu papá tal cual es. Y al decir esto experimenta mala conciencia. Y la mujer tiene que decir: Amo a tu madre tal cual es y a tu padre tal cual es. Y también experimentará mala conciencia respecto de su propia familia de origen. ¿Notan lo que trae la mala conciencia? Una nueva dimensión del amor. Más amor. El amor se tiene que expandir.








Renovando el amor en casa

Por Edlín Ortiz Graham
Terapeuta y Consultora Sistémica


El mundo es un teatro

donde cada cual ha de representar su papel.

William Shakespeare

Todo el contenido de nuestra historia biográfica y transgeneracional es significativa.  Nada en realidad es gratuito, casual o desechable. Todo el dolor y todo el amor que ha llegado a nosotros, al integrarlo, nos revela quiénes somos y nos abre la puerta para desplegarnos en libertad.

Son inexorables los vínculos que nos unen a toda una red de almas para siempre. Nuestros padres, nuestros abuelos y nuestros hermanos conforman con nosotros un alma común. Y ese campo morfogénico también integra a muchos más seres humanos que nos han antecedido y, generación tras generación, nos han pasado la vida. Pero no sólo nos han pasado lo más valioso. También nos han pasado una serie de huellas que en el presente forman parte de nuestro paisaje anímico. Ese campo del que formamos parte, es algo vivo que actúa, como el sistema sanguíneo, en resonancia con una serie de órdenes que pudo captar con una precisión y una sensibilidad extraordinaria Bert Hellinger. La pregunta no es que ¿por qué me ha tocado vivir un drama? La pregunta que se desprende al mirarlo es ¿qué voy a hacer de él?, ¿voy a hacer un infierno o un paraíso?  Porque la realidad es que puedes escoger.

El campo morfogenético, o el alma familiar, susurra una historia que los oídos biológicos no pueden oír; mira hacia donde los ojos físicos no pueden ver y resuena con destinos que la memoria ha perdido pero siente y toca como propios. 

La solución que de la fuerza del alma familiar emerge a través de la oportunidad de disolver un patrón que se repite quizá, una conducta aprendida que ya no nos sirve, la aceptación en el corazón de algo a lo que se temía… y todo ello y aún más, permite que el movimiento del amor fluya nuevamente como el agua, integrando a quienes faltan y uniendo lo que ha permanecido separado a veces por demasiado tiempo.

Vamos construyendo el mundo a través de imágenes interiores de lo que creemos es nuestra realidad. Estas se vuelven luego convicciones que pueden tener validez, pero la mayoría de estas convicciones son falsas y nos impiden avanzar. Sin ellas, lo que estaba separado puede unirse y así el fluir del amor vuelve a comenzar.

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