Durante el mes de enero y febrero la terapeuta Edlín Ortiz Graham facilitará un Taller de Constelaciones Familiares alrededor de este tema. Te invitamos a participar. Reserva tu lugar en nuestros teléfonos: (55) 5211-9051 y 5211-3346.
Índice temático
I. La vinculación
II El equilibrio entre el dar y el tomar
III. Volviéndonos lo que somos en el sistema familiar
IV. Los desórdenes y sus consecuencias
V. El derecho a pertenecer
VI.“Mejor yo que tú”
VII. Culpa e inocencia
VIII. En sintonía con el fluir de la vida
Bert Hellinger
El Amor y
el Éxito
Bert Hellinger
El amor y
el éxito se pertenecen, se corresponden. Una dimensión estrecha de amor lleva a
una igualmente estrecha de éxito. El éxito es lo que deriva del amor, de su
desarrollo. El amor comienza entre un hombre y una mujer, como amor estrecho y
primero debe permanecer estrecho para lograr su profundidad y el sentido
íntimo. Luego se agrega un tercero, un nuevo ser y se extiende más allá tantas
veces como hijos. La familia tiene límites y éstos deben ser honrados. Los límites
dan seguridad y pertenencia para toda la vida. Los integrantes de la familia se
unen por una fuerza especial que es la conciencia. La conciencia sirve a la
familia como una fuerza vinculante. La conciencia establece un límite alrededor
de la familia.
Se puede
ver cómo opera esto si imaginamos llegando a otra familia y actuando al llegar
como si fuera nuestra familia, sabemos que de inmediato seríamos expulsados. El
comportamiento que se deriva de la conciencia familiar propia sólo es adecuado
en los límites de la propia familia. A través de la conciencia somos
delimitados en nuestro amor y en nuestro comportamiento. Ni siquiera la
conciencia que nos vincula a hacia cada uno de los miembros de la familia
nuclear es igual, podríamos ver los contenidos de cada una de estas conciencias
viendo las diferencias del comportamiento que tenemos frente a mamá y frente a
papá, y así, con cada uno de nuestros hermanos. A través de la conciencia vemos
cómo es el comportamiento que tenemos que tener para pertenecer. El
comportamiento cambia en los diferentes vínculos. En los lugares de trabajo son
otras las conciencias con las que nos movemos, en el deportivo otra, en la
cantina otra, en la iglesia otra.
Si no
pudiéramos atravesar los límites de la propia familia el amor permanecería
estrecho. Y estos límites se atraviesan al amar a una pareja. ¿Acaso la pareja
está constituida sólo por dos en realidad? Si ellos sólo se miraran entre
ellos la pareja no duraría mucho. Tienen que ampliar los límites más allá de
ambos. El hombre dice: yo te amo tal como eres, así como eres te amo. La mujer
dice: yo te amo tal como eres, así como eres te amo. Pero esto no es
suficiente. El hombre aún tiene que decir: Amo a tu madre tal cual es y a tu
papá tal cual es. Y al decir esto experimenta mala conciencia. Y la mujer tiene
que decir: Amo a tu madre tal cual es y a tu padre tal cual es. Y también
experimentará mala conciencia respecto de su propia familia de origen. ¿Notan
lo que trae la mala conciencia? Una nueva dimensión del amor. Más amor. El amor
se tiene que expandir.
Renovando
el amor en casa
Por Edlín Ortiz Graham
Terapeuta y Consultora Sistémica
El mundo es un teatro
donde cada cual ha de representar su papel.
William Shakespeare
Todo el
contenido de nuestra historia biográfica y transgeneracional es significativa.
Nada en realidad es gratuito, casual o desechable. Todo el dolor y todo
el amor que ha llegado a nosotros, al integrarlo, nos revela quiénes somos y
nos abre la puerta para desplegarnos en libertad.
Son
inexorables los vínculos que nos unen a toda una red de almas para siempre.
Nuestros padres, nuestros abuelos y nuestros hermanos conforman con nosotros un
alma común. Y ese campo morfogénico también integra a muchos más seres humanos
que nos han antecedido y, generación tras generación, nos han pasado la vida.
Pero no sólo nos han pasado lo más valioso. También nos han pasado una serie de
huellas que en el presente forman parte de nuestro paisaje anímico. Ese campo
del que formamos parte, es algo vivo que actúa, como el sistema sanguíneo, en
resonancia con una serie de órdenes que pudo captar con una precisión y una
sensibilidad extraordinaria Bert Hellinger. La pregunta no es que ¿por qué me
ha tocado vivir un drama? La pregunta que se desprende al mirarlo es ¿qué voy a
hacer de él?, ¿voy a hacer un infierno o un paraíso? Porque la realidad
es que puedes escoger.
El campo
morfogenético, o el alma familiar, susurra una historia que los oídos
biológicos no pueden oír; mira hacia donde los ojos físicos no pueden ver y
resuena con destinos que la memoria ha perdido pero siente y toca como
propios.
La
solución que de la fuerza del alma familiar emerge a través de la oportunidad
de disolver un patrón que se repite quizá, una conducta aprendida que ya no nos
sirve, la aceptación en el corazón de algo a lo que se temía… y todo ello y aún
más, permite que el movimiento del amor fluya nuevamente como el agua,
integrando a quienes faltan y uniendo lo que ha permanecido separado a veces
por demasiado tiempo.
Vamos
construyendo el mundo a través de imágenes interiores de lo que creemos es
nuestra realidad. Estas se vuelven luego convicciones que pueden tener validez,
pero la mayoría de estas convicciones son falsas y nos impiden avanzar. Sin
ellas, lo que estaba separado puede unirse y así el fluir del amor vuelve a
comenzar.