Angélica Olvera & Tiiu Bolzmann
LA PEDAGOGÍA
SISTÉMICA
Tanto educadores como padres de familia se
encuentran muchas veces frente a situaciones en las que no entienden cómo, a
pesar de todos sus esfuerzos, no logran ayudar al chico o al adolescente a
modificar ciertos comportamientos conflictivos o a resolver dificultades de
aprendizaje. Es frecuente que educadores y padres de familia se responsabilicen
mutuamente cuando no ven resultados positivos en sus intentos.
Bert Hellinger ha creado un método, las
Constelaciones Familiares, que permite encontrar soluciones para equilibrar
sistemas y ayudar a que cada persona esté en el lugar que le corresponde,
ocupándolo con toda su fuerza.
Aplicando este método al área educativa sabemos que
la plena fuerza de un chico no está en ser grande, sino en ser lo que es: un
chico.
Cuando puede lograrse que tanto el padre, como la
madre, el estudiante como el maestro, ocupen totalmente su lugar, entonces el
proceso de enseñanza – aprendizaje fluye provechosamente para todos quienes lo
comparten.
En el área educativa, muchos de los problemas
escolares pueden ser resueltos gracias al trabajo conjunto y organizado de
maestros, maestras, padres, madres y estudiantes.
¿Cómo lograr
un trabajo conjunto en donde todas las fuerzas confluyan y sirvan al mismo
objetivo? Una excepcional respuesta, por su calidad y originalidad, la ha dado
a estas interrogantes el enfoque Sistémico que hace Bert Hellinger.
UNA MIRADA
AL PENSAMIENTO SISTÉMICO
Quisiera empezar mirando los sistemas en sí mismos.
El significado de “SISTEMA”, una definición amplia que contiene cuatro puntos
es la siguiente:
1. El sistema es un conjunto de elementos y sus
relaciones entre los elementos y sus atributos.
2. Los elementos se influencian unos a otros
mutuamente. Si uno de ellos se cambia, automáticamente causa un cambio en todo
el sistema.
3. Los sistemas son totalidades. Todo lo que
existe, existe en contextos totales.
4. El sistema es una cualidad, más que una suma de
sus elementos.
SISTEMA
FAMILIAR
Este concepto suena muy abstracto, pero si
adaptamos estas definiciones al sistema familiar, entenderemos de qué se trata.
1. La familia es un conjunto de miembros y sus
relaciones entre los miembros y sus características. 2. Los miembros se
influencian uno al otro mutuamente. Si uno de ellos se cambia, automáticamente
ocasiona un cambio en todos los miembros del sistema.
3. Las familias son totalidades. Todos los que
existen, existen en contextos totales.
4. La familia es una cualidad, más que es suma de
sus miembros.
Ahora, los
sistemas humanos, es decir: las familias tienen una condición que es
significativa para el comportamiento del ser humano: el afán hacia una
finalidad y éste es dirigido a la sobrevivencia de nuestra especie. El ser
humano está condicionado a reproducirse, y las relaciones humanas sirven para
la vida. La meta ya existe en el pensamiento e influye en la acción. Así, el
sistema familiar se encuentra en un proceso perpetuo y está dirigido y unido
por leyes visibles e invisibles.
LOS ÓRDENES
DEL AMOR
Desde el momento en que llegamos a la vida
pertenecemos a un determinado sistema de relaciones familiares. Más tarde nos
integramos a otros sistemas como: el colegio, grupo de amigos, equipos de
trabajo y otros más amplios como lo son las religiones, culturas, países y, al
final, al sistema del universo. Y en todos estos sistemas existen Órdenes, en
cada uno de distinta manera, que al respetarlos nos permiten avanzar y vivir en
sintonía, en caso contrario nos detienen. De manera que al respetarlos nos
permiten avanzar y vivir en sintonía, en caso contrario nos detienen. De manera
más fuerte sentimos los Órdenes en la familia: Si los respetamos, el amor puede
fluir. Por eso Bert Hellinger los llama: “Órdenes del Amor”. Todos somos
miembros de nuestro Sistema Familiar.
Todos somos hijos de un padre y una madre, que a su
vez, también son hijos de un padre y una madre, no importa si ya murieron, si
los conocimos o no. Nadie tiene el poder de cuestionar este sistema en el que
nace. Tampoco puede negar a su familia, sin negarse a sí mismo. Estamos ligados
con profundos lazos de lealtad a nuestra familia, y seguimos las leyes que la
dirigen y la unen.
Como un
árbol, que tiene su forma y su lugar en el que crece a su propia manera.
El orden
viene primero, después viene el amor. Bert Hellinger comprobó y observó que el
amor puede desarrollarse en un orden correcto; si existe un desorden, el amor,
aunque sea grande, no puede fluir.
Ahora bien,
antes de observar las relaciones más detalladamente, quiero que prestemos
atención a algo muy importante: La teoría sistémica se trata de la
investigación de las relaciones entre los fenómenos y no de la naturaleza de
los fenómenos.
Lo mismo se aplica en el trabajo de constelaciones
Familiares y los Órdenes del Amor, también se refiere a las relaciones. Las
relaciones no son fijas, tampoco las actitudes o características de los miembros
de la familia, pues éstos cambian en distintos contextos. Por eso se puede
asfixiarlos. Por eso no tiene sentido decir que una persona “es” de tal manera,
sino que “parece ser”, de esta forma conseguimos información sobre el sentido
del comportamiento y también del funcionamiento del sistema.
ÓRDENES DEL
AMOR- PARA EL LOGRO DE LA RELACIÓN
Bert Hellinger menciona tres condiciones para el
logro de la relación.
El primer
Orden es la vinculación.
Cada ser
humano tiene la necesidad de estar vinculado. El niño siente la vinculación
como amor y felicidad, no importa de qué manera crece, ni en qué circunstancias
y no importa cómo son los padres. El hijo sabe que pertenece, ese saber y ese
vínculo es amor. Uno tiene que ver el poder de esa vinculación, porque por ese
amor, el hijo es capaz de sacrificar su vida.
El segundo
Orden es el equilibrio entre el dar y el tomar
Todos los sistemas humanos tienen la tendencia y la
necesidad de equilibrarse. Esto es una ley natural que se muestra en las
relaciones como la necesidad de dar y tomar. Hay que diferenciar: el
intercambio entre un hombre y una mujer en pareja, es distinto al intercambio
entre padres e hijos. Una pareja tiene la necesidad de equilibrar entre dar y
tomar. Pero en la relación entre padres e hijos no se puede lograr el
equilibrio de la misma manera, pues los padres dan y los hijos toman. Los hijos
nunca pueden dar a los padres lo que ellos recibieron. Porque el equilibrio
tiene que ver también con el tiempo y el orden sigue una jerarquía: Aquéllos que
vinieron antes dan a aquéllos que vienen después. Esto funciona también en la
fila de los hermanos.
El tercer
Orden se refiere a las normas y reglas del grupo.
En todas las
relaciones se desarrollan normas, reglas, rituales, convicciones y tabúes que
tienen valores para todos los miembros. De esta manera se estructura una
relación en un sistema con órdenes y reglas. Estos órdenes son conocidos y
visibles, pero detrás de éstos actúan órdenes invisibles, ya anticipados, que
no se dejan negociar.
Resumiendo,
se puede decir que existen tres necesidades elementales que son responsables
para lograr una relación y la conciencia está al servicio de las tres.
Una relación tiene éxito solamente si estas tres
condiciones están ejecutándose a la vez. No hay vinculación sin equilibrio
entre dar y tomar y sin reglas; no hay equilibrio sin vinculación y reglas; y
no hay reglas sin vinculación y equilibrio.
Cuando uno
quiere dar solamente, se queda en la posición de tener pretensión. Esta actitud
se encuentra en personas que trabajan en el ámbito de ayuda, dan pero no
quieren tomar. Otros se niegan a tomar, quieren guardar su inocencia; de esta
manera se sienten sin la obligación y superiores a aquéllos de quienes toman.
Esta negación se dirige muchas veces hacia los padres de familia; de esta
manera la persona se siente vacía e insatisfecha.