martes, 19 de junio de 2012

La felicidad





LA FELICIDAD
Terapeuta María Ángela González

Existen algunas ideas extrañas acerca de la felicidad. Por ejemplo las que le atribuyen una naturaleza huidiza y el comportamiento de una presa de caza. Quien concibe así la felicidad suele verse en la obligación de “atraparla” emprendiendo agotadoras persecuciones. El éxito dependería en algo de la suerte y en mucho de la inteligencia y la pericia de cada persona. Y aunque le fuera en verdad posible hacerse con algo de felicidad de esta manera, aún quedaría por resolver la espinosa cuestión de cómo retenerla.

También es frecuente la noción de que la felicidad se manifiesta a lo largo de la vida siempre de una misma y única manera, acompañada por ejemplo de algún grado especial de excitación emocional o de sensaciones físicas tales como sentir mariposas en el estómago.

Mirar la felicidad a través del lente de este tipo de nociones, no sólo producen la urgencia apremiante de obtener para sí mismo —en competencia con otros— una buena tajada de felicidad en el coto de caza. También genera la ilusión de que los períodos de ausencia de felicidad son defectuosos, imperfectos e indeseables y se levanta una fuerza interna que los resiste y los niega. Que los rechaza tanto por la incomodidad o el dolor que puedan traer consigo, como por ser interpretados como evidencia de la propia ineptitud, como un signo de fracaso.

En cierto sentido, estas ideas se refuerzan y convalidan en la experiencia de esa porción de felicidad que en verdad se asocia al logro personal. A los frutos inesperados de nuestro esfuerzo y dedicación. Al éxito de nuestros seres queridos. Al bienestar de los grupos o comunidades a los que estamos ligados por amor y destino. A las metas finalmente alcanzadas, e incluso al desempeño de la actividad sencilla y cotidiana de nuestras tareas y labores más comunes.

Pero la felicidad también tiene otra variedad de matices, quizás se trate de los más profundos y fundamentales para nosotros, los que incluyen la plenitud, la paz interna, la armonía, el equilibrio y todo aquello que nos permite fluir en libertad, en concordancia con las fuerzas creativas de la vida. La capacidad para experimentar y contener la felicidad se nos otorgó con la vida misma. No está en nuestra voluntad o poder rechazar o atraer esta capacidad hacia nosotros. No tenemos que apuntarnos a ninguna escuela para obtener esta particular capacidad. Nos ha sido dada. Y sin embargo, tomar la felicidad y la plenitud cuando vienen y despedirnos de ellas cuando se van es desde la visión de Bert Hellinger un logro del alma. Y como la mayoría de los logros vinculados directamente al alma, éste requiere de sabiduría y de valor. Valor para dejar atrás aquello que en nosotros se opone a la plenitud. Y sabiduría para desechar las nociones que nos hacen difícil o impiden la exploración real y directa de la naturaleza de la felicidad.

La naturaleza de la felicidad es acompañarnos y dejarnos una y otra vez. Con su permanencia nos cobija, nos deleita, nos enseña, nos expande, nos da descanso. Con su partida nos impulsa poderosamente a regiones nuevas. Nos transforma nos prepara para una nueva inclusión. En cierto sentido y en algunos de sus aspectos fundamentales, la felicidad está encadenada a nuestra necesidad y crecimiento. Así, dice Bert Hellinger, mientras nos desarrollábamos en el vientre de nuestra madre conocimos una felicidad y una plenitud que al cabo de un tiempo desapareció en concordancia con nuestro próximo nacimiento. Luego, si todo fue bien, fuimos atendidos por brazos amorosos y en ellos nos sentimos felices hasta que dejamos de serlo porque necesitamos explorar en independencia, alejarnos. Cada etapa de nuestra vida tiene su propia plenitud, y en ella la felicidad tiene una presencia particular. En realidad nuestra experiencia contradice la noción de que la felicidad es “siempre” de una misma o única manera.

Tras reconocernos, junto con todos, igualmente aptos para la experiencia de la felicidad y ver que la felicidad es una especie de huésped que va y viene de toda vida, podemos indagar si dentro de nosotros trabajan algunas fuerzas en oposición a ella y a la plenitud, a nuestro crecimiento, a la armonía y la paz. Los pensamientos repetitivos y las frases dañinas que actúan secretamente en nosotros, generadas quizá a partir de experiencias de nuestro pasado o del pasado del alma de nuestras familias, suelen ser el origen de las dificultades en el camino hacia la plenitud. Incluso nos pueden hacer vivir la felicidad como algo tan amenazante o peligroso como si con ella atentáramos contra un tabú. Pero aún en las situaciones de mayor conflicto interno, el impulso por sanar y crecer no nos abandona, está vivo y presente. Podría decirse que la felicidad es fiel y paciente. Nos aguarda a la vuelta de cada dificultad y nos asiste veladamente en medio del conflicto.

Desde la visión Sistémica y Transgeneracional decir “sí” a la necesidad de sanar aquello que nos impida crecer, aquello que nos haga sentir indignos o culpables ante la posibilidad de ser felices, aquello que nos aleja de la plenitud de la vida manteniéndonos entre límites estrechos, es atender al golpeteo de la felicidad sobre la puerta de nuestro corazón.

27
de Junio. Sesión 1: “La felicidad como imageninterna”
03 de Julio. Sesión 2: “Heridas que impiden la plenitud”
11 de Julio: Sesión 3: “Autoestima & Vocación”
18 deJulio: Sesión 4: "La felicidad en Pareja"



Inversión personal de forma adelantada $ 1600
Inversión por pareja de forma adelantada $ 2400
    Inversión personal pagando por sesión $ 800


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lunes, 4 de junio de 2012

¿Qué son las constelaciones familiares?


 En la actualidad, al hablar de “Constelaciones Familiares” se hace referencia tanto a un proceso de intervención terapéutica como a la corriente que, a partir de la década de los 80, desarrolla el terapeuta y filósofo alemán Bert Hellinger.
Las Constelaciones Familiares hacen parte de la terapia sistémica, que ve a la persona y su problemática inmersas en una vasta red de relaciones y vínculos fundamentales. No la mira de manera aislada. Esta red no sólo incluye a los padres y hermanos, sino también a los miembros de generaciones anteriores así como a toda persona que favoreció o causó dañó al sistema familiar. Por esto, a través de las Constelaciones Familiares se buscan en el alma de la familia las claves que faciliten el acceso a la solución. Por ejemplo, podríamos encontrar que una dificultad para abrazar la plenitud o el éxito, un problema de pareja, o un sentimiento de soledad o miedo que no tengan relación aparente con lo que se vive en el presente, tienen su origen en eventos, enfermedades o sentimientos que fueron experimentados por personas que vivieron muchos años atrás y que quizás ni siquiera conocimos.
Cuando él o la consultante hace una constelación obtiene una imagen del estado de los vínculos y de las dinámicas ocultas a través de las cuales perdemos la salud, la tranquilidad, la paz o la plenitud. 

¿Por qué el nombre, tienen que ver con las estrellas? 
 El nombre original en alemán de las Constelaciones Familiares es “Familienaufstellung”  o “colocación de la familia”. Es en su traducción al inglés, al español y a otros idiomas que se les da el nombre de “Constelaciones familiares”. Precisamente porque cada miembro de la familia, al estar en relación con otros, forma parte de una  particular e irrepetible comunidad de destino. Con características y particularidades únicas. Esto guarda cierta similitud con una “constelación estelar”.
Las constelaciones estelares son agrupaciones de estrellas que ocupan en el cielo  posiciones  de aparente cercanía. Los astrónomos de la antigüedad vincularon estos grupos de  estrellas  cercanas a través de líneas imaginarias para tener una imagen  reconocible  que hiciera fácil su localización y reconocimiento en el cielo nocturno.

¿Cómo son las constelaciones? 
 En realidad, el desarrollo de una constelación es sencillo. Durante el taller, el consultante presenta el tema que quiere constelar y la facilitadora o consteladora pide a la persona que escoja entre los presentes a quien represente a ciertos miembros de la familia. El o la consultante los acomoda en el espacio en el que se llevará a cabo la constelación considerando la relación que tienen entre sí los miembros de la familia.
Una vez hecho esto, los representantes se mueven libremente y, cuando el terapeuta les pregunte, dirán cuáles son las sensaciones corporales y los sentimientos que están experimentando. Así se hacen evidentes las dinámicas ocultas que mueven el sistema y llevan a la persona a ubicarse de una determinada manera en la vida. Pero resulta muy difícil de describir el profundo proceso sanador que se despliega a partir de ese sencillo acomodo inicial que realizó el o la consultante. La dificultad de transmitir esto a través de una descripción es similar a la que encontraríamos al querer describir el particular sabor de la miel a quien nunca ha conocido el sabor dulce. Lo recomendable es participar de un taller para dar testimonio de los procesos.

¿Cómo es que funciona una constelación? 
 La constelación actúa en el alma de la familia y en el alma de quien consulta. Es ahí donde se llega a una solución que contemple el bienestar de todos los miembros de la familia. Una solución que muchas veces pasa por honrar nuestros vínculos con los padres hermanos y ancestros. Pero también pasa por el reconocimiento del  lugar único e irrepetible que ocupamos en la familia y por asentir a nuestro destino y a nuestra vida tal y como es. 

¿La gente actúa? ¿Cómo escojo a un “buen” representante? 
 No hay posibilidad de error a la hora de escoger a los representantes. No tienen que tener habilidades especiales. Cualquier persona tiene lo necesario para percibir y reportar las sensaciones que experimenta en relación con los demás representantes.
Es muy asombroso ver cómo la persona que constela reconoce las actitudes de su familiar en lo que reportan los representantes, a pesar de que el representante no conoce a quien está representando. No se trata pues de una actuación. Sino de una percepción que surge del lugar en el que se nos coloca. 

¿Cómo me sirve para el problema? 
 Las constelaciones como todo método terapéutico no puede decirse que sirva a todos ni para todos los posibles temas humanos. Sin embargo, es muy amplio el espectro de problemáticas, enfermedades y asuntos que pueden atenderse a través de esta terapia. Desde asuntos relacionados con las dificultades que estemos viviendo en la pareja, con la familia de origen o en el ámbito de lo laboral o la salud, hasta los obstáculos que encontramos en nuestro crecimiento o la repetición de enfermedades, tragedias, o patrones de comportamiento que viajan de una generación a la siguiente. O incluso para encontrar nuestra vocación o poner orden en la empresa o en la familia.
A través de la constelación pueden desanudarse los enredos de nuestro sistema familiar dejando que el amor fluya con libertad y recuperemos la fortaleza que estaba detenida en el conflicto. 

¿Quién las desarrolló? 
 Las constelaciones familiares fueron desarrolladas por el terapeuta y filósofo alemán Bert Hellinger, quien nació en el primer cuarto del siglo  XX y fue miembro de una orden misionera católica en la cual sirvió durante 16 años en África, entre los Zulú. Más tarde estudió el psicoanálisis, Dinámica de Grupos, Terapia Primal, Análisis Transaccional y diversos métodos de Hipnoterapia. Finalmente, desarrolló una nueva terapia sistémica y transgeneracional que hoy llamamos Constelaciones Familiares, que son reconocidas y respetadas en todo el mundo y son aplicadas a muy diversos campos, no sólo a la psicoterapia. Ha probado ser un método útil en el campo de la medicina, la pedagogía, el nivel empresarial y otros muchos.
 
La terapia transgeneracional, ¿es la misma que la sistémica? 
 Sí. Se llama terapia sistémica y transgeneracional al enfoque terapéutico que mira a la persona  y su problemática inmersas en una vasta red de relaciones y vínculos fundamentales. No se la  trata de manera aislada. Esta red no sólo incluye a los padres y hermanos, sino a los miembros de generaciones anteriores. 

Si quiero trabajar con constelaciones familiares ¿es  necesario haber hecho antes alguna otra terapia?
 En el Centro de Salud Sistémica se aborda al consultante sin necesidad de que éste haya realizado una terapia anteriormente. Nuestro enfoque terapéutico lo mira a usted como parte de una red de vínculos que influyen en su salud o en su enfermedad. Esto implica en muchos casos atender varios temas a lo largo de un proceso al que  las terapeutas del Centro de Salud Sistémica pueden dar continuidad si el consultante así lo deseara. 

¿Cómo puedo saber cuál es el tema fundamental o el más importante a tratar en la constelación? 
 Antes de realizar un trabajo de constelación, es altamente recomendable tener una cita privada con la terapeuta de manera que se esclarezca el tema prioritario y la forma de abordar dicho tema personal.

¿Por qué dicen que es más rápido que ir con el psicólogo? 
 Las Constelaciones Familiares, al ir directamente a las dinámicas ocultas que operan en el alma de la familia, muestran en muchos casos efectos inmediatos que señalan que la persona está caminando por sí misma hacia la solución. 

¿Se puede hacer una Constelación privada o es siempre en público?
 Las constelaciones familiares pueden hacerse en un taller, con un grupo de personas o bien en consulta privada. En este último caso, la terapeuta se servirá de figuras, huellas o imágenes internas para llevar adelante la constelación con su consultante. 

¿Cuál es la edad conveniente para constelar? 
 La consulta para constelación es recomendada a partir de los 14 años en adelante. Sin embargo, los problemas o dificultades que muestren los niños como por ejemplo: déficit de atención, violencia, acoso escolar, bajo rendimiento,  enfermedades frecuentes, enojo, etc. pueden ser trabajadas a través de una constelación que haga los padres, o el padre o la madre, del niño o la niña. 

¿Tiene que venir toda mi familia? 
 No. Sin embargo, para que se cuente con los recursos necesarios para llevar adelante un taller de Constelaciones se solicita al consultante o la consultante que asista a su constelación acompañados de dos personas de su confianza que pueden o no ser de la familia. Sólo así se contará con los recursos necesarios para realizar una constelación.

¿Cuántas veces puedo constelar? ¿Con qué frecuencia? 
 La frecuencia la determinará el terapeuta según el caso. Sin embargo no es recomendable hacer una segunda constelación antes de los 3 meses de realizada la primera. Excepto que la terapeuta sugiera otra cosa según sea el caso. 

Si quiero trabajar la relación con alguien muerto, ¿se puede? 
 Sí. Pueden mirarse hacia la relación con todos los que forman parte de nuestro sistema familiar, sea que vivan o hayan pasado de este mundo.