lunes, 19 de diciembre de 2011

Diplomado Internacional Intensivo. Formación Terapéutica en los Nuevos Avances de las Constelaciones Familiares



Te invitamos al Open House con motivo de la presentación del Diplomado Internacional Intensivo en la Formación Terapéutica en los Nuevos Avances de las Constelaciones Familiares, que se realizará el próximo miércoles 11 de enero en el Instituto Luz Sobre Luz.

Si estás interesado, contáctanos para reservar tu lugar:
Instituto Luz Sobre Luz
Sinaloa 213, Col. Condesa (entre Acapulco y Av. Sonora)
Del. Cuauhtémoc, Ciudad de México.
Tels.: 5211 9051, 5211 3346 y 5286 5729



Información general:
Duración de la Diplomatura: 18 meses.
18 módulos intensivos de periodicidad mensual (un módulo intensivo de un fin de semana cada mes).

La formación incluye dos residenciales que consisten en trabajar concentrados en un lugar (hotel o campamento) durante cuatro días.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Renovando el amor en casa







Durante el mes de enero y febrero la terapeuta Edlín Ortiz Graham facilitará un Taller de Constelaciones Familiares alrededor de este tema. Te invitamos a participar. Reserva tu lugar en nuestros teléfonos: (55) 5211-9051 y 5211-3346. 





Índice temático

I. La vinculación
II  El equilibrio entre el dar y el tomar
III. Volviéndonos lo que somos en el sistema familiar
IV. Los desórdenes y sus consecuencias
V. El derecho a pertenecer
VI.“Mejor yo que tú”
VII. Culpa e inocencia
VIII. En sintonía con el fluir de la vida






Bert Hellinger











El Amor y el Éxito

Bert Hellinger

El amor y el éxito se pertenecen, se corresponden. Una dimensión estrecha de amor lleva a una igualmente estrecha de éxito. El éxito es lo que deriva del amor, de su desarrollo. El amor comienza entre un hombre y una mujer, como amor estrecho y primero debe permanecer estrecho para lograr su profundidad y el sentido íntimo. Luego se agrega un tercero, un nuevo ser y se extiende más allá tantas veces como hijos. La familia tiene límites y éstos deben ser honrados. Los límites dan seguridad y pertenencia para toda la vida. Los integrantes de la familia se unen por una fuerza especial que es la conciencia. La conciencia sirve a la familia como una fuerza vinculante. La conciencia establece un límite alrededor de la familia.

Se puede ver cómo opera esto si imaginamos llegando a otra familia y actuando al llegar como si fuera nuestra familia, sabemos que de inmediato seríamos expulsados. El comportamiento que se deriva de la conciencia familiar propia sólo es adecuado en los límites de la propia familia. A través de la conciencia somos delimitados en nuestro amor y en nuestro comportamiento. Ni siquiera la conciencia que nos vincula a hacia cada uno de los miembros de la familia nuclear es igual, podríamos ver los contenidos de cada una de estas conciencias viendo las diferencias del comportamiento que tenemos frente a mamá y frente a papá, y así, con cada uno de nuestros hermanos. A través de la conciencia vemos cómo es el comportamiento que tenemos que tener para pertenecer. El comportamiento cambia en los diferentes vínculos. En los lugares de trabajo son otras las conciencias con las que nos movemos, en el deportivo otra, en la cantina otra, en la iglesia otra.

Si no pudiéramos atravesar los límites de la propia familia el amor permanecería estrecho. Y estos límites se atraviesan al amar a una pareja. ¿Acaso la pareja está constituida sólo por dos en realidad?  Si ellos sólo se miraran entre ellos la pareja no duraría mucho. Tienen que ampliar los límites más allá de ambos. El hombre dice: yo te amo tal como eres, así como eres te amo. La mujer dice: yo te amo tal como eres, así como eres te amo. Pero esto no es suficiente. El hombre aún tiene que decir: Amo a tu madre tal cual es y a tu papá tal cual es. Y al decir esto experimenta mala conciencia. Y la mujer tiene que decir: Amo a tu madre tal cual es y a tu padre tal cual es. Y también experimentará mala conciencia respecto de su propia familia de origen. ¿Notan lo que trae la mala conciencia? Una nueva dimensión del amor. Más amor. El amor se tiene que expandir.








Renovando el amor en casa

Por Edlín Ortiz Graham
Terapeuta y Consultora Sistémica


El mundo es un teatro

donde cada cual ha de representar su papel.

William Shakespeare

Todo el contenido de nuestra historia biográfica y transgeneracional es significativa.  Nada en realidad es gratuito, casual o desechable. Todo el dolor y todo el amor que ha llegado a nosotros, al integrarlo, nos revela quiénes somos y nos abre la puerta para desplegarnos en libertad.

Son inexorables los vínculos que nos unen a toda una red de almas para siempre. Nuestros padres, nuestros abuelos y nuestros hermanos conforman con nosotros un alma común. Y ese campo morfogénico también integra a muchos más seres humanos que nos han antecedido y, generación tras generación, nos han pasado la vida. Pero no sólo nos han pasado lo más valioso. También nos han pasado una serie de huellas que en el presente forman parte de nuestro paisaje anímico. Ese campo del que formamos parte, es algo vivo que actúa, como el sistema sanguíneo, en resonancia con una serie de órdenes que pudo captar con una precisión y una sensibilidad extraordinaria Bert Hellinger. La pregunta no es que ¿por qué me ha tocado vivir un drama? La pregunta que se desprende al mirarlo es ¿qué voy a hacer de él?, ¿voy a hacer un infierno o un paraíso?  Porque la realidad es que puedes escoger.

El campo morfogenético, o el alma familiar, susurra una historia que los oídos biológicos no pueden oír; mira hacia donde los ojos físicos no pueden ver y resuena con destinos que la memoria ha perdido pero siente y toca como propios. 

La solución que de la fuerza del alma familiar emerge a través de la oportunidad de disolver un patrón que se repite quizá, una conducta aprendida que ya no nos sirve, la aceptación en el corazón de algo a lo que se temía… y todo ello y aún más, permite que el movimiento del amor fluya nuevamente como el agua, integrando a quienes faltan y uniendo lo que ha permanecido separado a veces por demasiado tiempo.

Vamos construyendo el mundo a través de imágenes interiores de lo que creemos es nuestra realidad. Estas se vuelven luego convicciones que pueden tener validez, pero la mayoría de estas convicciones son falsas y nos impiden avanzar. Sin ellas, lo que estaba separado puede unirse y así el fluir del amor vuelve a comenzar.

lunes, 5 de diciembre de 2011

En sintonía para fluir hacia lo nuevo


PARTICIPA EN NUESTRO CONCURSO

Manda una foto a este álbum de Facebook, en donde nos compartas un MOMENTO DE FELICIDAD y cuéntanos qué pasó que te puso tan feliz.

La foto que más clicks tenga se INSCRIBE GRATIS en el taller "En sintonía para fluir hacia lo nuevo" de este sábado.





Los asistentes de este taller podrán posicionarse ante sus vidas como por primera vez
 y tomar la fuerza que está más allá de las imágenes limitadas de nuestra realidad.

«Vamos construyendo el mundo a través de imágenes interiores de lo que creemos es nuestra realidad. Estas se vuelven luego convicciones que pueden tener validez, pero la mayoría de estas convicciones son falsas y nos impiden avanzar. Sin ellas, lo que estaba separado puede unirse y así, el fluir del amor vuelve a comenzar. Las imágenes interiores siempre son pasado, los movimientos del espíritu son presente. Hacen presente algo.

El Gran Espíritu llega y nos ayuda a darnos cuenta de que “no vemos". Y eso que no vemos, muchas veces es una persona.»




El próximo sábado 10 de diciembre la terapeuta Edlín Ortiz Graham facilitará un Taller Grupal alrededor de este tema. Te invitamos a participar.
Inversión por participar $ 350
Reserva tu lugar en nuestros teléfonos: (55) 5211-9051 y 5211-3346. 

jueves, 24 de noviembre de 2011

"Desde que nos separamos a mis hijos no les va bien"


El próximo sábado 3 de diciembre, la terapeuta Edlín Ortiz Graham facilitará un Taller de Constelaciones Familiares alrededor de este tema. Te invitamos a participar. Reserva tu lugar en nuestros teléfonos: (55) 5211-9051 y 5211-3346. 





Desde que nos separamos a mis hijos no les va bien


por la terapeuta Edlín Ortiz Graham

Este es un tema recurrente en mi experiencia como terapeuta: las consecuencias que la separación de los padres deja a los hijos cuando ellos, –los padres–, no cuidan la necesidad fundamental de sus hijos.  Continuamente recibo consultantes que toman la decisión de buscar apoyo terapéutico porque sienten ansiedad, desesperación,  angustia, tristeza, o desánimo. Se dan cuenta que les falta fuerza para vivir.  Los síntomas son muy diversos pero el resultado es que la solución en todos estos casos a los que me refiero es la misma.


Muy pronto, en la primera entrevista, mencionan que sus padres se separaron. Muchas parejas siguieron viviendo en la misma casa y nunca se divorciaron.  Otros se separaron poniendo tierra de por medio.  Algunos en apariencia, siguieron una relación amigable ya estando separados o divorciados, y volvieron a unirse en una nueva relación de pareja. Otros se separaron de mala manera y no se han vuelto a dirigir la palabra. En realidad, no importa si fue de una o de otra manera la separación. Las posibilidades son infinitas. Lo que importa es que cada hijo tiene y siempre tendrá dos padres aunque ambos se hayan peleado. El hijo necesita a los dos bien plantados en su corazón para sentirse completo.

Es crucial respetar el derecho de los hijos de querer, de amar, a sus dos padres aunque ambos no hayan tenido éxito en seguir juntos. El hijo, la hija, no comprende por qué se separan sus padres. El hijo, no importa el motivo de la separación, quiere a los dos de la misma manera por una razón muy obvia: son ambos sus padres. Ambos le dieron la vida.

Si se observan profundamente las raíces de los vínculos de los hijos con sus padres, se verá claramente un amor profundo y original de los hijos por los padres tal cual son.  Los hijos aman incondicionalmente a sus padres, hasta el punto de estar dispuestos a dar la vida por ellos. Permanecen vinculados toda la vida a sus padres y a su familia. Este vínculo es independiente de con quién crecen los hijos y de los sentimientos que expresan los hijos, al decir, por ejemplo: “Siento vergüenza de mis padres”.

Cuando los padres se separan y el niño o la niña se queda con la madre, dependen totalmente de ella y tienen miedo de mostrar que quieren a su padre tanto como a su madre. Tienen miedo de que la madre sienta resentimiento hacia ellos y que después de haber perdido a su padre, la pierdan también a ella. Sin embargo, continuarán queriendo a su padre en secreto. Lo mismo ocurre a la inversa aunque con menos frecuencia. Cuando los niños se quedan con el padre, igualmente tienen miedo de mostrarle a él que pese a lo que ocurrió entre ellos como pareja, ellos aman a la madre de todas formas con todo su corazón.  Y llegan a mentir y a creerse la mentira de que no aman a uno de ellos, de que pueden vivir sin amar a alguno de ellos, por complacer al padre o a la madre, a quien a veces ven más sufrido, paciente con ellos o responsable de ellos.  Ante la polaridad de los mayores los hijos piensan que no tienen otra opción que elegir seguir amando a uno de los padres.  Piensan que ellos también tienen que ‘divorciarse’ en sus corazones de uno de ellos.

¿Que consecuencias tiene esto en los hijos?  Todas las que he mencionado y más, porque quedan con el corazón fracturado. No pueden sentirse completos. Y esta fractura puede provocar una amplia diversidad de síntomas y de conflictos emocionales. Entonces, ¿cuál es la necesidad de los hijos que los padres separados deben mirar?  La necesidad de mantener a papá y a mamá unidos, para siempre, en sus corazones.

Lo más común, en cambio, es que los adultos pretenden abierta o veladamente, que los hijos tomen partido y hacen hasta lo imposible por demostrarles que son ellos las víctimas de la pareja, y que por ello se separan.  Unos llegan a menospreciar, criticar y juzgar negativamente al cónyuge delante de los hijos.  Estos sentimientos contra el cónyuge, aunque son parte natural del intenso proceso emocional de una separación o un divorcio, deben permanecer como algo privado ya que al exponer a los hijos a toda la vorágine de sentimientos conflictivos contra el otro de la pareja, sólo se agudiza la fractura en el corazón de los hijos.  

     Por ello, si los padres quieren que su separación no fracture a sus hijos, lo mejor es que recorran un camino para honrar a su cónyuge como padre o como madre de sus hijos y puedan llegar a darles un lugar de dignidad en sus corazones, más allá de lo que ha ocurrido entre ellos o de sus comportamientos.  El corazón del hijo no es el tribunal donde pueden encontrar la victoria.   Si no pueden o no quieren llegar a ese lugar, quizá sí pueden decirle a sus hijos: 


“Lo que ocurrió entre nosotros es asunto nuestro.  En ti, querida hija, en ti, querido hijo, seguiremos unidos para siempre como tu padre y tu madre. Tú eres de los dos.”


  De esta manera, los hijos sienten un profundo alivio.

     Afortunadamente, las herramientas que nos ofrecen las constelaciones familiares hoy hacen posible que un hijo tenga acceso a ese alivio sin necesidad de que los padres actúen en concordancia con su necesidad profunda.  El divorcio o la separación de los padres quizá ocurrió hace décadas.  O quizá ambos han partido de este mundo.  Sin embargo, el campo morfogenético ofrece posibilidades infinitas de sanación para las almas, incluso más allá de las circunstancias actuales de tiempo y espacio.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Cerrando un ciclo y dando bienvenida a lo nuevo





Los próximos sábados 3 y 10 de diciembre, la terapeuta Ángela González  facilitará un Taller de Constelaciones Familiares alrededor de este tema. Te invitamos a participar. Reserva tu lugar en nuestros teléfonos: (55) 5211-9051 y 5211-3346.


Compartimos dos cuentos de Bert Hellinger sobre el tema:


Limpieza general
Bert Hellinger


Alguien vive en una casa pequeña y con los años va a amontonando un sinfín de trastos en sus cuartos. Muchos huéspedes llevaron cosas y, al seguir su camino, dejaron alguna que otra maleta. Parece como si aún estuvieran, aunque hace tiempo que se marcharon para siempre.
También lo que el propietario mismo ha ido almacenando sigue guardado en la casa. Nada se da por acabado ni se puede perder: su memoria se aferra incluso a objetos rotos, que se quedan y quitan espacio a otras cosas mejores.
Sólo cuando el dueño de la casa está ya a punto de ahogarse, empieza a hacer la limpieza. Comienza por los libros: ¿quiere seguir mirando imágenes antiguas, intentando comprender enseñanzas e historias ajenas?
Por eso saca de su casa lo que ya quedó resuelto hace tiempo, así que en las habitaciones vuelve a haber espacio y luz.
Después, abre las maletas ajenas para mirar si aún queda algo que pudiera usar. Descubre algunas preciosidades y las aparta: el resto también lo saca afuera.
Tira los chatarros viejos a un hoyo profundo que cubre cuidadosamente de tierra, para finalmente sembrar tierra encima.




Lo nuevo
Bert Hellinger


Lo nuevo nunca estuvo antes. Agrega algo que ya estaba.
Lo nuevo a menudo surge de un movimiento que ya estaba en marcha y que provoca un cambio, algo que pertenece a ese movimiento y lo hace aparecer. Un ejemplo de ello es la fruta madura.
Muchas veces lo nuevo es el resultado de un esfuerzo y de un trabajo que, con la meta como punto de mira, emprende y cumple algo. También en este caso lo nuevo es previsible, puesto que el movimiento ya está en marcha. Su resultado ya ha sido pensado anticipadamente y sólo falta que se dé. Eso sí, con la ayuda de un esfuerzo y un trabajo.
Es diferente el caso de lo nuevo que aún no ha sido pensado y que, por esa razón, nos resulta inimaginable. Eso nuevo primero ha de ser pensado. Aquí lo nuevo es el resultado de una comprensión que vaticina, que puede reconocer lo que se va a dar, algo que se pueda dar porque es pensado de manera reconocedora. Este reconocer es creativo.
¿Cómo puede ser creativo y volverse creativo? Porque se aparta de pensamientos anteriores que ya habían fijado una dirección. Este reconocer mira, sin la carga de todo lo previo, a algo desconocido que se despliega ante él sin tener una intención determinada. Como ese reconocer está orientado y como espera hasta que venga a su encuentro y salga a la luz algo que hasta entonces estaba en la oscuridad, mediante la espera produce algo, mediante la espera atenta.
Repentinamente a este reconocer le viene la comprensión decisiva.
¿Este reconocer es un reconocer creativo? ¿Lo que se muestra es el resultado de ese reconocer o de un movimiento que de buena gana muestra algo nuevo para que pueda ser reconocido?
Este reconocer se vuelve creativo porque obedece a una ley diferente. Lo nuevo puede ser encontrado porque se muestra a la vista. Se muestra porque nuestro reconocer ya estaba preparado de antemano para ese mostrarse, orientado hacia él y a la espera, sin poder saber previamente qué se le iba a mostrar.
En ese sentido este reconocer es puro y está exento de todo lo que pudiera distraerlo o hacerlo susceptible de servir a otros objetivos. Por eso tenemos esa capacidad de reconocer mediante una limpieza interna. Gracias a ella nos volvemos abiertos y estamos disponibles para algo nuevo e inesperado.
En este contexto, ¿qué significa “dispuesto”? Que dicho reconocer también está preparado para las consecuencias de esa comprensión, sin importarle qué le exija.
Lo nuevo de esa comprensión siempre es algo grande con consecuencias trascendentales. ¿Cómo es posible que se muestre para nosotros? Porque desde otro lugar existe esa voluntad.

Extraídos del libro Cuentos de vida, editorial Alma Lepik.

 

viernes, 18 de noviembre de 2011

Sentimientos y emociones ¿por qué importa la diferencia?





Inversión por participar: $ 300.00
Inversión por constelar: $ 1000.00, con dos participantes



 




SENTIMIENTOS PRIMARIOS Y PLENITUD EN EL MOVIMIENTO AMOROSO INTERNO
URSULA FRANKE

Extraído del libro “En el ojo de mi mente. Constelaciones Familiares en asesoría y terapia individual”. Carl-Auer Systeme Verlag. (2003) Traducción: Fernando González.



Un punto central de la terapia es apoyar los sentimientos primarios del cliente. Estos se contemplan como sentimientos genuinos conectados a un movimiento de resolución. Se los puede identificar por las siguientes características: dan fuerza, expresan un movimiento amoroso completo y están en concordancia con la situación. Pueden expresar afecto o un profundo amor, lo mismo que pueden expresar ira en respuesta a una situación de injusticia o de miedo ante una amenaza. Un sentimiento primario sigue una secuencia predecible que empieza con su primera manifestación, va incrementándose en una fase de desarrollo creciente y luego decrece hasta extinguirse. Los sentimientos primarios se experimentan con los ojos abiertos sin perder contacto con el mundo exterior. Esto es algo que no es posible con los sentimientos secundarios. En terapia son sentimientos que resuenan en el terapeuta y permiten acompañar al cliente en su proceso con comprensión, paciencia y empatía.
Cuando nace un niño, las expresiones y comunicación del bebé comprenden lo que podemos llamar un movimiento amoroso completo; entendemos que este movimiento surge de una necesidad de pertenencia. Como respuesta al eco de un arcaico instinto mamífero de necesidad de pertenencia al grupo, que nos da protección y seguridad y nos provee de lo que necesitamos para sobrevivir. Si somos excluidos o nos apartamos mucho, los depredadores nos devorarán.
Según describe Ivan Boszormenyi-Nagy, es posible promover que los otros nos den algo, dándoles primero algo de nosotros mismos. Si los padres están disponibles para sus hijos y no están dominados por sus propias necesidades, los niños se sienten a salvo y seguros. Sus necesidades físicas y emocionales son atendidas y se sienten satisfechos. Los niños aprenden todo lo que es esencial para la vida dentro del seno familiar, en especial las diferencias entre lo bueno y lo malo, es decir, lo que se tiene que hacer y lo que puede ser tolerado para pertenecer a esa familia.
Aquellos que son capaces de sentir sus sentimientos primarios y viven en un movimiento amoroso completo, por lo general, no vienen a terapia. Son capaces de buscar el contacto y comunicarse con otros, generando así relaciones satisfactorias. A la terapia por regla general llegan personas cuya apertura fue negada debido a su historia y experiencias. Sufren de limitaciones propias que no puede traspasar por sí mismos utilizando los medios corrientes a su disposición. Tomamos, como hipótesis de trabajo, que los problemas o los síntomas no deseados que presentan los clientes no son el resultado de los sentimientos primarios, más bien, tienen que ver con sentimientos secundarios o adquiridos de otros.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Módulo sobre Trauma ofrecido por la especialista Ph. D. Anngwyn St. Just

“Equilibrio relativo en un mundo inestable” 
 Considerando la relevancia de Anngwyn St. Just, el día sábado 26 de noviembre se abren las puertas a todo público en el Domus CUDEC. Invita a quienes creas que puede beneficiarse de este trabajo relativo a la educación y recuperación del trauma individual y social.
Anngwyn St. Just es traumatóloga social con orientación sistémica. Obtuvo títulos superiores de la THE WESTERN INSTITUTE FOR SOCIAL RESEARCH y la Universidad de California en Berkeley. La Dra. St. Just es también historiadora cultural, psicoterapeuta y educadora especializada en el desarrollo de diversos métodos transculturales de fácil difusión para su aplicación en la educación de traumas y recuperación. Actualmente es Directora del Arizona Center for Social Trauma y ACST Internacional y ha servido como asesora en el Programa de Estudios sobre Drogas y Alcohol de la Universidad de California en Berkeley. Durante más de 25 años mantuvo una relación co-creativa con Peter Levine, fundador de métodos de Experiencia Somática para trabajar con trauma. Anngwyn St. Just ha viajado extensamente por América del Norte y del Sur, Europa y Rusia enseñando formas innovadoras de sanar el trauma individual y social. La Dra. St. Just es autora de numerosos artículos y libros de su autoría. 

Inversión para participar en el Taller del Sábado: 800 pesos Inscripción en el INSTITUTO LUZ SOBRE LUZ: Sinaloa 213, Colonia Condesa.
Teléfonos: 5211 3346, 5211 9051
También se extiende una invitación a quienes tienen formación como terapeutas y a quienes estén interesados en tomar este intensivo de fin de semana como actualización (Inversión: 2100 pesos).

Inversión para participar en el Taller del Sábado: 800 pesos Inscripción en el INSTITUTO LUZ SOBRE LUZ: Sinaloa 213, Colonia Condesa. Teléfonos: 5211 3346, 5211 9051
También se extiende una invitación a quienes tienen formación como terapeutas y a quienes estén interesados en tomar este intensivo de fin de semana como actualización (Inversión: 2100 pesos). 

LUGAR DE IMPARTICIÓN DEL INTENSIVO Y TALLER:
Galeana Num. 60, Colonia La Loma, Tlalneplantla, Estado de México
Viernes 25 de noviembre: de 17 a 21 hrs.
Sábado 26 de noviembre: de 10 a 20 hrs. Domingo 27 de noviembre: de 10 a 14 hrs.

martes, 15 de noviembre de 2011

Diplomado en Constelaciones Familiares

El Equilibrio Relativo en Un Mundo Inestable Anngwyn 2011

lunes, 14 de noviembre de 2011

El equilibrio en la pareja



Este próximo sábado, la terapeuta Edlín Ortiz Graham facilitará un Taller de Constelaciones Familiares alrededor de este tema. Te invitamos a participar. Reserva tu lugar en nuestros teléfonos: (55) 5211-9051 y 5211-3346. 


Bert Hellinger
El intercambio es posible por la necesidad de equilibrio. Cuando nos dan necesitamos dar, devolver, de un modo irresistible. En la pareja y en la historia entre pueblos también. Si un país se ha extendido demasiado, luego hay una presión contraria hasta que sea como todos.  Por ejemplo Colombia, Venezuela: la vuelta de la conquista de los españoles es la salida actual de los nativos. Vean los países eslavos, como están encontrando su dignidad ahora.

La relación de pareja es de amor, se da con amor.  Uno da con amor, el amor da de vuelta con amor; da un poco más, el otro devuelve un poco más, el intercambio y la felicidad aumenta, el vínculo se profundiza.

El que da demasiado amenaza la relación. No debo dar más de lo que el otro me puede devolver. Hay un límite a lo que se da y lo que se pide al otro. El que da demasiado está en una postura de poder, obligando al otro. Si doy demasiado actúo como una madre.

La libertad ¿qué es? Es: no doy nada, no recibo nada, no estoy vinculado, estoy libre y vació.

El amor ¿qué es? Estar lleno y vinculado. 

El equilibrio negativo

Si uno hace daño el otro siente la necesidad de devolverle ese daño, y sólo si lo hace se restablece la relación.  

El perdón

¿Qué impide el restablecimiento de la relación? El perdón. El perdón es un veneno. Uno se sitúa por encima del otro. El perdón separa.

El instinto de venganza

Si estoy herido, deseo herir al otro y hacerle más daño todavía. No es mala intención, es un movimiento arcaico que se desarrolla en el alma, quiero destruir al otro, tengo deseos asesinos. No es maldad, es un proceso elemental que nos vincula con los movimientos primitivos de nuestra historia, de supervivencia de la especie, para tener seguridad con respecto a nuestro grupo.

Este instinto de supervivencia no se debe subestimar. Lleva a la destrucción mutua.

Hay parejas que se juntan y dan el poder de destrucción a una instancia superior  - el estado – y eso les protege de su propia voluntad de destrucción (es un instinto que existe dentro de todos nosotros). Entonces empieza el pillaje y la destrucción mutua.

El orden nos protege porque amaestra nuestra voluntad destructora. Entonces la desplazamos, la transferimos  a la crítica, a los debates,  a través de los media sobre todo. La destrucción tiene allí toda libertad.

El orden establecido permite canalizar la voluntad destructora:  denuncias, acusación, justicia. Dios también es movido por la voluntad destructora: el infierno de los cristianos.

La expiación es voluntad de destrucción dirigida a uno mismo. El deseo de sagrado es también lo mismo: los ascetas se destruyen a si mismo.

En la pareja, algo se puede hacer si uno ha hecho daño: el otro debe vengarse con amor, para salvar la relación. Le hace algo menor de lo que le ha hecho, el otro se sorprende y el amor empieza de nuevo.

¿Cómo ir más allá de la moral en la relación? Cada uno da al otro el permiso de diez faltas, y así, la relación permanece humana y corriente. 

Fidelidad a quién o a qué

Te quiero y quiero a lo que nos guía, quiero a lo que te guía, quiero a lo que me guía. Es una doble fidelidad.

En una relación es un error creer que hay que estar fiel en todo, hay que poner primero la fidelidad al destino propio, a algo superior, a lo divino en su alma, al movimiento profundo de su alma. A veces esto obliga  a la separación, por que el otro no  le  quiere seguir, o lo obstaculiza. Entonces se tratará de una separación con amor. Quiero al otro y a su destino, me quiero a mi. Cada uno puede apoyar al otro incluso cuando se separan. 

 Trascripción y traducción de Brigitte Champetier de Ribes
© Copyright 2011 Instituto de Constelaciones Familiares de Madrid

jueves, 10 de noviembre de 2011

Taller de Constelaciones Familiares: "Más allá de la culpa"

Más allá de la culpa



Encuentra el equilibrio en tu vida aprendiendo a dar y tomar

Culpa e Inocencia en Nuestras Relaciones
Bert Hellinger

Toda relación humana se inicia dando y tomando, y con el dar y el tomar también se inician nuestras experiencias de inocencia y de culpa porque quien da, también tiene derecho a recibir y quien toma, también se siente obligado.
Y de ahí, la culpa y la inocencia. Si no estamos en equilibrio con este intercambio de dar y tomar, de recibir y de responder dando, no estamos tranquilos.
Al recibir, perdemos nuestra ‘independencia’ porque entramos en deuda y también perdemos nuestra inocencia, porque la culpa entra en juego haciéndonos buscar el equilibrio.

¿Cuáles son los desórdenes que nos dan intranquilidad?

1.                  Huir.  Pretender conservar su independencia negándose a participar.  Prefieren cerrarse en vez de tomar. Así no están obligados a nada.  Así, muchos se creen especiales o mejores.  Sus vidas sólo funcionan al mínimo y se sienten vacíos y descontentos.  Pero prefieren su independencia sin darse cuenta del alto costo que pagan.  Así ocurre cuando no toman a sus padres. Se quejan de que fue insuficiente lo que les fue dado, o que no fue adecuado.  El resultado siempre es el mismo:  se quedan inactivos y vacíos.
2.                  La Plenitud:  El efecto contrario lo podemos ver en quienes toman de sus padres todo, lo que les dieron y lo que no les dieron.  Este tomar lo vivimos como un continuo flujo de energía y de felicidad.  Y eso lo llevan a sus demás relaciones.
3.                Yo solo doy: Otro desorden se da cuando para mantener la independencia sólo damos. Así, puedo exigir, y además, me mantengo en la actitud de que quien está obligado es el otro, nunca yo.  Quien únicamente quiere dar se aferra a una superioridad que lo lleva al fracaso en sus relaciones ya que los demás muy pronto no querrán recibir nada de él. Se retiran de él enfadados.  Ese es el camino de la soledad y el aislamiento.
Pero siempre hay una SOLUCIÓN: Dar y tomar.
Por ejemplo, tomar de los padres y dar a los hijos; tomar de los maestros y dar a los alumnos. Nos liberamos del peso de la obligación traspasando a otros algo de lo que recibimos.

El AGRADECIMIENTO también nos sirve para estar en equilibrio. Quizá no podremos compensar lo recibido entre iguales, pero la manifestación de gratitud amorosa tiene el peso para proporcionar el equilibrio en el intercambio. Tanto como cuando damos y se nos agradece lo que dimos, nos sentimos en sintonía con el amor, que el sustento y el propósito de nuestras relaciones.
Así, cuando se nos ha agraviado, es necesaria la compensación, la reparación del daño. Pero muchas veces nos ponemos nuevamente en este lugar de superioridad aduciendo que perdonamos. Para lograr una reconciliación verdadera el agraviado, al exigir la reparación, aporta al equilibrio y el ofensor no sólo tiene la obligación de asumir las consecuencias de sus actos, sino también tiene el DERECHO de hacerlo.

Aquí el perdón también tiene un espacio, porque puede mitigar el precio a pagar del ofensor. Este perdón exige que la víctima no lleve las exigencias a las que tiene derecho hasta el límite, salvando así la dignidad del culpable.  Puede aceptar la reparación y la compensación que el culpable le ofrezca sin más exigencias.

viernes, 27 de mayo de 2011

La comunicación sin violencia, un arte que embellece la vida

 
Por la Terapeuta María Ángela González Oliveira

La necesidad de conectar, de comunicarnos, está en el fundamento de nuestra naturaleza. Nacemos, sobrevivimos y crecemos en interconexión, en interdependencia con todos y todo. Formando parte de una vasta y hermosa red de vínculos y relaciones que nos ofrecen protección, cobijo, soporte, conocimiento. Se trata de una red que no está limitada por nuestra noción o experiencia del “dentro” y el “fuera”, por eso, a través de sus fibras y venas la vida y el amor corren en todas direcciones.

Siendo esta red tan fundamental y decisiva, nos parece muy natural que en ella encontremos alegría, plenitud, realización, éxito, nutrición. Sin embargo, nos cuesta algo de trabajo ver con igual naturalidad que sea también el lugar en que el crecimiento nos exige más vigorosamente. Donde se nos presentan conflictos muy dolorosos, donde el amor se nos anuda y pareciera que a veces llegara a congelarse y dejara de fluir.

Buena parte de las dificultades en la relación con nosotros mismos, con la familia, con la pareja, con los hijos e incluso en nuestro trabajo, pueden encontrar alivio o recrudecerse dependiendo de cómo escogemos interpretar lo que vivimos, lo que escuchamos, lo que las personas hacen, y la manera en que luego comunicamos nuestro sentir o pensar. Las palabras que pronunciamos pueden surgir conectadas profundamente con lo que está vivo y pulsando en el interior, dando un lugar a las necesidades que tenemos, a nuestros sentimientos —sea de enojo, dolor, gratitud, alegría, etc. Y pueden también dar voz a nociones aprendidas que ni siquiera hemos escogido o a prejuicios o a viejas heridas e imágenes.

Cuando nuestras palabras y nuestra escucha no son libres, cuando están sutil o evidentemente encadenadas al miedo, a la ira, a la culpa, a la vergüenza, al deseo de prevalecer, dominar o manipular, vemos seriamente impedido nuestro camino hacia la plenitud, la madurez y la felicidad en nuestras relaciones. No sólo nos aislamos y desconectamos de las personas y del amor que sentimos por ellas, también nos perdemos de nosotros mismos. De nuestra creatividad y confianza interior, de la claridad y eficacia que podemos ejercer, de la natural capacidad que tenemos para la empatía, del sentido de solidaridad, de la sabiduría que acompaña cada vivencia —tanto las que despiertan dolor como goce—, de la gratitud de sabernos interconectados, de nuestra potencial de disfrute y colaboración, de la realización de esa particular plenitud que descansa en la satisfacción conjunta. Y sobre todo, perdemos el arraigo al presente, a lo que la vida nos ofrece siempre de forma renovada y única.

Este extrañamiento de nuestra naturaleza verdadera nos desconecta de lo que es más profundo y real en nosotros, y es por eso el origen de cualquier acto de violencia. Desde los más sutiles, como los que ejercemos cuando nos juzgamos en silencio, con dureza o crueldad. Hasta la violencia expresada como indiferencia, insulto, incomprensión, o como daño a la vida.

Sin embargo, no estamos condenados ni obligados al confinamiento. Crecer y madurar implica precisamente dejar atrás lo que es irreal en nosotros, los aprendizajes e interpretaciones que no sirven a la vida y encontrar el centro en que la vida permanece moviéndose y nos lleva siempre hacia un territorio más amplio, más vasto, más amoroso.